Viento rabioso y llovizna obstinada.
Frente a la copa,
recuerdo nuestros días felices
y también la triste despedida:
Flores de peral en la mano
y lágrimas en los ojos,
al final de la pradera ,
te dije adiós,
mirándote desaparecer
entre verdes montes.
.
Anoche, en mi sueño,
nos vimos de nuevo,
pero separados por nubes negras,
sin poder decirnos ni una palabra.
¡Qué pena! ¡Qué rabia!
.
Ahora, el despertar , el dolor,
doy vueltas en el lecho.
El cielo, por lejos que esté,
lo contemplo cuando quiero.
¡Pero qué difícil es verte,
mi cariño, mi corazón!
.
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